Estaba seguro de que lo único que no se puede detener es el pensamiento, encontré evidencia de ello:
"Imagine el lector que, por obra y gracia de esas drogas en las que la química diariamente escudriña, queda en estado de vida suspensa, es decir de muerte aplazada. Estaría vivo, pero inmóvil. Todas las funciones del cuerpo descenderían a cero, todas las necesidades quedaría abolidas. Ni hambre, ni sed, ni frío, ni calor. Nada. Mientras durase el efecto de la droga, sería como si el lector hubiera quedado listo para la eternidad. Mientras no fuera devuelto a la vida, sería un ser eterno. Parece una paradoja pero no lo es. Las drogas tienen esas cosas, aunque no pasen de los domésticos y benignos (o malignos) vicios que son el alcohol, el tabaco, el juego, a los que añado un lago etc.; en el que pueden caber todas las predilecciones inconfesadas.
Tenemos ya al lector en estado de vida suspensa: lo han instalado con todo confort, lo que, por otra parte, le es indiferente, pues no va a sentir náuseas ni calambres. Al inyectarle la droga lo han liberado de una infinidad de pequeños y grandes problemas que convertían su vida en un infierno. Lo han retirado del mundo, pero dejándolo en él. Nadie llora por él, por que está vivo. Nada lo atormenta. Nada. Excepto el pensamiento."
José Saramano, tomado del libro De este mundo y del otro
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