En el Australian Prescriber, publicación independiente sobre temas de terapéutica que recomiendo consultar, se publicó en su número de junio una editorial con el título “The influence of opinion leaders” en el que el autor hace referencia a la relación entre los líderes de opinión y la industria farmacéutica que busca en estos promocionar sus productos y maximizar ganancias lo que podría ser legítimo siempre y cuando dicha relación sea transparente y conocida por todos. El autor nos invita a tratar todas las opiniones con sano escepticismo. Por otro lado en este mismo boletín se publica el artículo “Drug interactions: principles and practice” en el que se resumen los tipos de interacciones farmacológicas, la farmacodinamia y la farmacocinética de estas y finalmente 5 reglas para evitar las potenciales interacciones en la práctica clínica, altamente recomendable su lectura.
El último número del Annals of Internal Medicine publica la Guía para el cribado del cáncer cervix
(Screening for Cervical Cancer: U.S. Preventive Services Task Force Recommendation Statement) que al parecer ha sido bien recibida ya que se piensa más en los daños que se podría causar a mujeres con falsos positivos con el consiguiente sobrediagnóstico y la realización de otras pruebas diagnóstica y de tratamiento innecesarias. Además recomiendo leer la editorial (Cervical Cancer Screening: Primum Non Nocere) sobre el tema.
Reducing Adverse Effects of PPIs es el título de uno de los artículos centrales que se publican en el último número de la American Family Physiciam, en el que se repasan los efectos adversos de los Inhibidores de la bomba de protones. Y ya que estamos en esta revista les dejo el link a otro buen artículo publicado en el mes de mayo Infectious Endocarditis: Diagnosis and Treatment.
En estos tiempos de plumajes blancos (Redonditos de ricota) en los que parece que todo es lo mismo me resisto a aceptarlo así, me resisto a la frases “porque acá es así” ó “es lo que hay”. Conseguir un lugar de mando y que dá poder puede costar poco, mucho o nada pero pensar que ese lugar te pertenece para siempre es un grave error. Vivo en un país sin reglas claras o mejor dicho con reglas y leyes hechas de tal manera que siempre quedan a la libre interpretación de algún iluminado. Todo esto tiene que ver con la bronca que me provoca cierta gente a la que nada le importa el sentido del bien común.
Estimado amigo: A propósito del excelente texto sobre interacciones medicamentosas, me permito comentarte algunas impresiones:
ResponderEliminarParece que la fantasía (inconsciente como toda fantasía) de algunos médicos es que los medicamentos que ingresan al organismo de un enfermo siguen cada uno un circuito especial, sin interferir entre ellos, sin aliarse, sin tener conflictos de poder y sin competir con los mismos sitios para actuar, para transformarse o bien para acogerse a su bien merecida jubilación, luego de recibir el certificado de metabolito inactivo.
Si bien lo anterior puede corresponder al terreno de la fantasía, sí hay actitudes conscientes. Una es el excesivo valor que se le da a algunas moléculas como determinantes de la vida y la muerte, bajo expresiones seudocoloquiales emitidas en un consultorio, tales como ‘sí o sí tiene que tomar la x-micina’ (¿Y si no?). Esta forma de ‘recomendar’ suena más a amenaza subliminal y a predicción de calamidades si uno no accede al medicamento (en los casos más groseros y cada vez más frecuentes, la ‘indicación’ incluye marca comercial porque ‘en mi experiencia los genéricos no sirven para nada’). Una droga es uno y sólo uno de los elementos que contribuyen a mejorar una situación clínica. A vecesserán la variable más importante (sobre todo en las urgencias) o lo serán por un tiempo, pero en la mayoría de las ocasiones, son sólo un elemento más.
La segunda actitud peligrosa es otorgarle el título de ‘conducta no negociable’ a la toma de cierta medicación para permanecer ‘sanos’. Un ejemplo es el de las estatinas para que el colesterol se mantenga a raya y el fantasma de la ateroesclerosis y sus consecuencias se atenúe con unos pocos miligramos por día de estas sustancias cuasi-milagrosas cuyos únicos detractores son el hígado y los músculos que vaya uno a saber por qué, le han tomado animosidad a estas simpáticas drogas. La tercera actitud que me parece dañina no pasa por la acción, sino por la omisión. Sólo propongo una pregunta a usted como paciente: ¿Cuántas veces un médico se detuvo a hablar de la medicación que toma, de la que tomó, de lo que le hizo y de lo que no le hizo y del mal que podría hacerle? Si usted, repito, como paciente, recuerda una charla seria al respecto, estoy casi seguro que la mantuvo con el médico que menos fármacos le recetó.
El respeto al medicamento y por ende al paciente que lo recibe, comienza asumiendo que es una arma de doble filo que sólo puede manejar quien esté realmente capacitado para hacerlo
Un abrazo y gracias por la llave al conocimiento